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Signos de una mujer saludable

Hay señales o signos que nos ayudan a saber si nuestro cuerpo está sano. La salud es un estado de equilibrio donde el cuerpo funciona correctamente en todas sus áreas. A veces las personas especialmente las mujeres creen que están sanos porque no tienen síntomas de una enfermedad puntual. Pero hay señales o signos que nos ayudan a saber si nuestro cuerpo está sano. Los signos de que el cuerpo de una mujer está sana son: -tener buen humor y animo al comenzar el día -tener energía para realizar las actividades diarias -tener el ciclo menstrual en forma regular -dormir bien durante toda la noche -el color de la orina es claro – evacuar heces todos los días -si las uñas están fuertes y con aspecto rosado -se tiene deseo sexual -se tiene un peso adecuado en forma estable Es importante saber que todos los ítem anteriores deben cumplirse no solo algunos para poder estar sanos. Sentirse sano es tener ganas de hacer cosas y de enfrentar los desafíos diari

Cecilia Grierson

En la primera década del siglo XX, extendió -desde la tribuna socialista- sus reclamos a favor de las mujeres a los derechos civiles y políticos y participó de los primeros congresos feministas en el país. Grierson fue también pintora, escultora y buena deportista. // Autor: Alejandro Jasinski

En agosto de 1894, Cecilia Grierson, primera médica del país, por entonces con 35 años, se había inscripto en un concurso para ser profesora sustituta de la Cátedra de Obstetricia para parteras, pero el concurso fue declarado desierto. El cargo le fue negado sólo por su condición de mujer. Debieron pasar más de tres décadas para que una mujer, María Teresa Ferrari de Gaudino, alcanzara aquel cargo.

Grierson había nacido el 22 de noviembre de 1859. Hija de colonos escoceses e irlandeses instalados en Entre Ríos, tras una breve estadía en Buenos Aires, volvió a la provincia del litoral y, todavía con 13 años, trabajó de maestra rural. Luego de cursar sus estudios secundarios, la enfermedad de una querida amiga la decidió a lanzarse a la carrera médica. No debió ser nada fácil enfrentar los prejuicios para transformarse en la primera mujer en intentar convertirse en profesional de la medicina. Pero coraje no le faltaba, tanto que fundó la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino.


Uno de sus mayores aportes, hecho tempranamente desde su tesis de graduación, fue sobre la irritación o histeria en las mujeres recién operadas de ovarios. Su valentía, inteligencia y capacidad de trabajo darían todavía muchos más frutos: desde su primer consultorio en el Hospital San Roque (hoy Hospital General de Agudos José María Ramos Mejía), su viaje oficial por Europa, la participación en la fundación del Instituto Argentino para Ciegos, la Primera Escuela de Enfermeras, la Asociación de Obstetricia Argentina y el Liceo de Señoritas, hasta la publicación de sus libros Educación Técnica para la Mujer y La educación del ciego y Cuidado del enfermo.

Su lucha por los derechos de las mujeres no se limitó al campo médico. En la primera década del siglo XX, extendió -desde la tribuna socialista- sus reclamos a favor de las mujeres a los derechos civiles y políticos y participó de los primeros congresos feministas en el país. Grierson fue también pintora, escultora y buena deportista. Hacia el final de su vida residió en la ciudad cordobesa de Los Cocos, hasta que falleció el 10 de abril de 1934.

La imposibilidad de ser profesora universitaria por ser mujer

"Entre las muchas contrariedades sufridas en mi vida debo declarar que, siendo médica diplomada, intenté inútilmente ingresar al profesorado de la Facultad en la sección en que la enseñanza se hace sólo para mujeres. (se refería, indudablemente, a la Escuela de Obstetricia) No era posible que a la primera mujer que tuvo la audacia de obtener en nuestro país el título de médica cirujana se le ofreciera la oportunidad de ser jefe de sala, directora de algún hospital, o se le diera un puesto de médica escolar o se le permitiera ser profesora de la universidad. Fue únicamente a causa de mi condición de mujer –según refieren oyentes y uno de los miembros de la mesa examinadora- que el jurado dio, en este concurso de competencia por examen, un extraño y único fallo: no conceder la cátadera ni a mí, ni a mi competidor… Las razones y los argumentos expuestos en esa ocasión llevarían un capítulo contra el feminismo, cuyas aspiraciones en el orden intelectual y económico he defendido siempre. Más tarde, en París, en la Clínica del Profesor Pinard, y dejando modestia aparte, me cercioré de que poseía la materia, y los elogios que me prodigaron sólo sirvieron para entristecer mi espíritu y convencerme una vez más de que a lo menos en lo que a las mujeres atañe “nadie es profeta en su tierra”. Espero sin embargo que pronto alguna colega reivindique un puesto para las mujeres médicas en la Argentina, obteniendo en la Facultad de Medicina una cátedra, una sala de enfermos en algún hospital, la dirección de un hospital para escuela modelo de enfermeros y enfermeras y un puesto dirigente en las reparticiones de educación."

Cecilia Grierson

Fuente: www.elhistoriador.com.ar
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